Historia de Agulo |
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MONDAY 02 de MARCH de 2009 13:02 |
No se conoce con exactitud el origen del nombre de Agulo. Algunos autores se inclinan por la voz castellana "ángulo", dada la configuración geomorfológica que presenta el territorio. No obstante, se alude también al origen prehispánico del topónimo, con el significado de "lugar abierto al mar y con abundantes aguas". En efecto, el núcleo aborigen se encuentra bajo los cimientos del actual casco urbano, y en la costa se localizan concheros, grabados rupestres y enterramientos en los bordes del valle.
Desde el punto de vista sociopolítico, la comunidad formaba parte del bando indígena de Mulagua, que comprendía también el actual término municipal de Hermigua. A la llegada del conquistador normando Jean de Bethencourt (1405), todo este territorio estaba gobernado por el jefe indígena Fernando de Aberbequeye. Los pactos y alianzas entre la comunidad gomera y los titulares del señorío creado por el normando Jean de Bethencourt se truncaron cuando uno de los señores, Hernán Peraza, violó los tratados y fue muerto por sus vasallos gomeros en 1488. La reacción desmesurada de los castellanos condujo a la esclavitud y a la deportación a buen número de aborígenes. En Agulo, su riqueza en aguas y buenas tierras para el cultivo de los cañaverales determinaron el establecimiento de una plantación e ingenio de moler cañas de propiedad señorial en la parte baja del valle. La plantación y el ingenio eran arrendados a mercaderes genoveses, quienes exportaban los azúcares a los mercados europeos. Luego la crisis azucarera canaria, motivada por la competencia de la oferta brasileña y antillana, originó el cierre del ingenio señorial. Los señores iniciaron entonces una política de poblamiento que, en el caso de Agulo, se concretó en la fundación del lugar el día 27 de septiembre de 1607. Los dieciocho vecinos pobladores procedían en su mayoría de la zona de Buenavista, en Tenerife. Los señores cedieron a los repobladores un sitio donde fabricar el pueblo, cien fanegadas de tierras a cada vecino y el caudal de agua necesario para el riego de las viñas, huertas y pomares. Además, durante los seis primeros años no se les impondrían las penas de ordenanzas ni pagarían impuestos. Sin embargo, la política poblacionista de los condes no dio los resultados esperados - hacia 1620 de los dieciocho colonos pobladores sólo quedaba uno. Se desconoce la historia de Agulo durante el siglo XVII. Cabe pensar que las cepas desplazaron a las sementeras en las tierras bajas y soleadas del valle, destinándose los caldos al consumo interior y a su embarque al mercado americano. La producción de seda y sus elaboraciones redujeron el paro estacional de los pequeños viticultores, mientras, en las tierras altas, avanzaban las sementeras y el policultivo intensivo del millo y la papa. Ahora bien, el primitivo caserío no adquiere relevancia propia sino a partir de 1739, al establecer un curato en Agulo, independizándole de la parroquia de Hermigua. Seis años más tarde el nuevo curato atiende la demanda pastoral de 550 habitantes, repartidos en 161 familias. La nueva entidad parroquial cuenta también con autoridad civil, es decir, con alcalde ordinario, elegido por la autoridad señorial. La economía de Agulo durante la segunda mitad del siglo XVIII se concreta en la producción de cereales, vinos, papas, ñames, hortalizas y seda. Dos riachuelos con caudal permanente regaban la mayor parte de las tierras y movían seis molinos de pan. El lugar posee también abundantes tierras de pastos y espesos bosques, cuyas ricas maderas de palo blanco y barbuzano se exportan a Tenerife. Sin embargo, la mayoría de los vecinos viven al borde de la subsistencia, porque la mayor parte del producto que dan sus tierras pertenece al señor de la Isla y a otros propietarios que viven fuera del pueblo. Esta razón explica el estancamiento demográfico de Agulo durante esta centuria y la participación de sus vecinos en la emigración a América. La economía de Agulo no escapó a la crisis general del período 1820-1850, al contraerse las compras de grano en el mercado de Tenerife como consecuencia de la ruina vitícola, afectada además por la plaga del oidium, la cual arruinó también las cepas de Agulo, que habían convertido al lugar en el segundo productor de caldos de la Isla. Los cambios en el sistema fiscal, nuevas contribuciones y recargos unidos a la crisis explican el estancamiento demográfico y la emigración de sus naturales a las jóvenes repúblicas del continente americano y, sobre todo, a Cuba y Puerto Rico. El capítulo migratorio en dirección a Cuba no se cerró hasta que las vegas de Agulo recibieron el cultivo de la platanera a principios del siglo XX. La modernización económica, social y política de Agulo se inicia a comienzos del siglo XX. La carencia de una infraestructura viaria para el transporte de frutos fue superada en 1908 mediante la construcción de un pequeño muelle y de un pescante con su correspondiente almacén en la playa de San Marcos. La introducción de la platanera permitió que el municipio registrase un considerable crecimiento en los primeros cuarenta años del siglo - entre 1900 y 1940 se pasó de 1.522 a 2.573 habitantes. El cultivo de la platanera creó también las condiciones precisas para el desarrollo de una conciencia de clase entre el proletariado local. Posteriormente la ruina de la exportación frutera provocó una contracción económica, que sólo unos pocos afortunados lograron escapar mediante su embarque clandestino a Venezuela. Así, a partir de los 1960, el municipio de Agulo empezó a sufrir los efectos de una emigración masiva al igual que el resto de la isla. La recuperación de la exportación frutera, dirigida ahora hacia el mercado peninsular, caracteriza la economía local hasta nuestras fechas. |